¿Sabías que desde 2020 celebramos el 21 de mayo el Día Internacional del té y que es el 2º líquido más consumido a nivel mundial?
Su historia se remonta a la Antigua China entre los años 1500 y 1046 a.C., consumiéndose como una bebida medicinal aprovechando las propiedades de la planta Camellia sinensis; sin embargo, hacia el s. III d.C. fue ganando popularidad entre la población y comenzó a ingerirse de manera cotidiana.
A través de las rutas comerciales con Asia, China comenzó su exportación hacia países como la India y posteriormente llegó a Europa a través de Portugal. En un inicio se consideraba un remedio ya que lo vendían en boticas y farmacias. En América fue introducido por las compañías comerciales como la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
La popularización del té en Inglaterra se atribuye a la princesa portuguesa Catalina de Braganza, quien lo introdujo en la corte inglesa al casarse con el rey Carlos II en 1662. Gracias al incremento en la demanda de su consumo por parte de Gran Bretaña y otros países europeos, generó que tanto la Compañía Británica como la Holandesa buscaran convertirse también en productores a través de llevar el cultivo a India e Indonesia. No obstante, al carecer del conocimiento que los chinos habían perfeccionado durante siglos, los británicos y los holandeses permitieron que las hojas de té cultivadas en ambos países se oxidaran por completo, produciendo una bebida que era esencialmente un producto nuevo: el té negro.
Actualmente, conocemos seis variedades que provienen de la misma planta Camellia sinensis y las categorías se basan en el proceso de oxidación de las hojas:
• Negro: es el más oxidado, tiene un sabor intenso y fuerte y contiene del 2 % al 4 % de cafeína.
• Oolong: también conocido como té azul. Se somete a una oxidación parcial, ubicándose entre el verde y el negro. Y dependiendo del grado de oxidación, su sabor puede variar desde notas florales y herbáceas hasta tostadas, afrutadas o incluso con notas de chocolate.
• Verde: es el menos oxidado ya que en su elaboración, las hojas se cuecen al vapor inmediatamente después de ser cosechadas para detener el proceso de oxidación y luego se secan. Contiene cafeína, aunque en menor cantidad que el té negro y el café.
• Amarillo: es una variedad poco común con un sabor suave y ligero, similar al té blanco, pero con un poco más de oxidación. Su proceso de elaboración es parecido al del té verde, pero con la adición de un tratamiento de “amarillamiento sellado”
• Blanco: es el menos procesado ya que se elabora únicamente con los brotes más tiernos de la planta antes que se conviertan en hoja y recubiertos de una característica pelusilla blanca. Tiene un sabor suave y delicado.
• Pu-erh: igualmente nombrado té rojo, tiene un fuerte sabor terroso gracias a la
técnica de fermentación ya que las hojas, después de ser procesadas, se prensan y se dejan madurar durante varios años. Contiene un grado medio de cafeína.

Hoy en día, el consumo de esta bebida se ha popularizado, sobre todo con la preparación de blends y tisanas. Y a todo esto te preguntarás ¿cuál es la diferencia entre un blend y una tisana? Para preparar un blend se necesita mezclar algún tipo de té (de los antes mencionados) y elementos frutales, herbales y/o especias. Mientras que la tisana se obtiene al infusionar una o varias plantas, flores, frutos o especias que no pertenecen a la familia de la Camellia sinensis.